lunes, 13 de abril de 2020

QUIEN NOS LO IBA A DECIR




                           QUIÉN NOS LO IBA A DECIR

           


                         Toca vivir tiempos raros, si tiempos raros  a los que nos cuesta acostumbrarnos; que digo acostumbrarnos ni siquiera sabemos como encaminar nuestro tiempo, ese tiempo que tantas veces demandamos para nosotros y que la dinámica de nuestra vida nos escamotea continuamente, pues bien, ahora que ese estado, al que han dado en llamar "confinamiento", nos proporciona horas, días, semanas y quien sabe si algo más; nos hace revelarnos y no sabemos como ordenar nuestro cotidiano uso de las horas que nos quedan por delante.
Efectivamente no es tanto el agobio de quedarte en casa por mero deseo propio como tener que hacerlo por imposición, aunque esta imposición venga determinada por el bien social que nos exige prescindir de esa libertad.
Una imprevisible y grave circunstancia ( al menos para los ciudadanos de a pié), hace que quienes se supone que saben de ello, hayan decretado un estado de confinamiento para el que la sociedad no estaba preparada  ni física ni mentalmente.
La magnificencia de lo que se venía encima no fue detectada por quienes se supone han de velar por este tipo de problema de aspecto sanitario, tal vez más preocupados por las economías, las luchas entre países  por las hegemonías de mercado y las discrepancias internas dentro de los propios estados, no ha dejado ver la verdadera magnitud de la hecatombe que estamos padeciendo y que no sabemos cuando tendrá fin. 
Volviendo a lo de quedarse en casa, verdaderamente hay mucha gente que lo padece como si fuera un confinamiento carcelario impuesto, cuando en verdad debiera ser algo que deberíamos asimilar como un servicio a la comunidad.
En estos días está muy de moda la palabra solidaridad,  a mi particularmente no termina de convencerme eso de la solidaridad, me gustan más palabras como empatía, compromiso, entrega, profesionalidad, dedicación, abnegación, capacidad, trabajo, en fin todo eso que significa ponerse al servicio de los que en momentos determinados necesitan  ( necesitamos todos ) de  apoyo y solución a los problemas puntuales que a lo largo de nuestra ajetreada vida nos acosan. Está muy bién aplaudir desde nuestros balcones y terrazas, cantar y unir voces en pos de levantar la moral, utilizar todo tipo de medios para ayudarnos a mantener la fe, hacer colectas y donaciones para ayudar a?. Solidaridad.
Con los que todos los días salen a su libre albedrío a darse un paseo o dos o tres, compran el pan y vuelven a por la leche y más tarde a por aspirinas, o los que el fin de semana abandonan subrecticiamente su confinamiento y se van al campo o a la playa, en fin cientos de excusas para saltarse lo que en verdad debería  ser eso que llamamos solidaridad.Esos si que son solidarios si señor, pero  consigo mismo y lo demás son tonterías
Yo debo ser un bicho raro, llevo desde el diez de Marzo, y estamos a trece de  Abril, sin pisar la calle para nada y he de decir que no estoy ni estresado, ni agobiado ni tengo ninguno de esos síntomas  tan comunes en estos días, mi vida de jubilado de setenta años no ha experimentado ninguna extraña falta de libertad, mis rutinas siguen siendo las mismas y mi ánimo no ofrece resquicios, tal vez sea porque la enfermedad que nos acosa, no ha penetrado en casa  y eso nos permite una mayor autonomía e independencia.
Reconocer el trabajo de nuestros médicos, enfermeros y todo el personal que compone la sanidad es una cuestión no de solidaridad sino de reafirmamiento en la calidad humana y profesional de quienes en muchos momentos son vituperados y vilipendiados sin motivos.
Agricultores , ganaderos, que solo nos acordamos de ellos cuando salen haciendo huelgas, reivindicando que sus productos les den para vivir.Profesionales de la alimentación, carniceros, pescaderos y pescadores, fruteros, panaderos, reponedores y trabajadores en general de la alimentación.
Los camioneros, conductores de reparto. conductores y trabajadores del servicio público de transporte de viajeros, así como los servicios de seguridad del estado, también merecen nuestra consideración porque a su habitual dedicación, están añadiendo esas dosis de empatía,  abnegación, compromiso, entrega, dedicación y profesionalidad en sus trabajos.
Somos una sociedad en la que todos somos importantes en mayor o menor medida y en depende que circunstancias.
Esperemos que el dichoso confinamiento llegue pronto a su fin y mientras tanto procuraremos mantener la moral alta


                      Ängel Blázquez Espinosa


                Villa del Prado 13 de Abril de 2020

  











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