martes, 3 de septiembre de 2013

¡¡¡¡FIESTAS, FIESTAS, FIESTAS!!

Ya que estamos puestos vamos a continuar con las fiestas de "Villalprao" que dirían  "los de la Aldea".
Por supuesto el paso de los años ha hecho cambiar todo lo referente a las fiestas y el modo de celebrarlas y la participación de jóvenes, niños y mayores difiere bastante de las de antaño.

Para empezar; "la pólvora" de entonces era mas entrañable aunque menos espectacular.
Consistía el acontecimiento en que en la Plaza Mayor,que ya estaba preparada para los festejos taurinos, se plantaban de pie unos troncos o postes sobre los cuales el pirotécnico de turno, que todos los años era el mismo, montaba sus armazones y en ellos la combinación de cartuchos de pólvora que unas veces girando, otras lanzando chorros de fuego iluminaban de colores todo el recinto.

Mientras ardía lo que aquí dominábamos el "árbol" se apagaban las luces y todo el mundo contemplaba los distintos tonos cambiantes que el artista de la pólvora había preparado, solo algunos osados "mozuelos"jugaban a ver quién se acercaba mas a las chispas que saltaban alrededor de lo que unas veces eran discos girando y otras cascadas de plateadas pavesas encendidas.
Una vez acabado de arder el árbol, la banda de música que se situaba en el balcón del ayuntamiento, amenizaba con pasodobles, marchas y "piezas" varias, en las que todo el mundo bailaba fueran viejos o jóvenes y mientras tanto el pirotécnico lanzaba al aire cohetes y bengalas hasta el momento de volver a encender un nuevo árbol en una sucesión de 10 o 12, finalizando con una inscripción a fuego de pólvora de colores donde se podía leer: VIVA LA VIRGEN DE LA POVEDA, con cuya aparición la gente que ocupaba la plaza prorrumpía en vítores y aplausos emocionados, preparándose para el final de "la pólvora", en su traca final, y el comentario unánime entre los mas mayores de: <Quién lo verá al año que viene>.

Durante casi dos horas los pradeños y visitantes se habían olvidado de penas y sinsabores del verano y habían bailado unos, tomado unas cervezas otros y disfrutando todos de una noche de fiesta, fiesta que todavía no terminaba pues los mas jóvenes disponían de lo que se llamaba "el baile" para seguir la fiesta hasta la madrugada, al son de alguna orquesta traída para la ocasión.

Y amanecía el día grande de la fiesta, el Día de la Virgen, este día al que muchos recibían sin haberse acostado, estaba dedicado a festejar a la Patrona en cuyo honor se celebran cada año las fiestas.
Por la mañana  se celebra una misa en su ermita, que está a 5 ó 6 kilómetros del pueblo, a la que suelen acudir gentes de toda la comarca e incluso de mas allá dado el fervor que genera esta Virgen; por la tarde es la procesión por el recinto de la alameda que rodea el santuario.
A esta procesión ya hace años las gentes acudían con sus mejores ropas e incluso había quién se hacía un traje para la ocasión, hoy en día esto ha degenerado y es posible ver en la propia procesión a gente con los trajes de las peñas llenos de suciedad cuando no en pantalón corto o en bañador si el tiempo lo permite; en fin un desastre.
Finalizada la procesión se procede a la subasta de los brazos de la carroza, para meter a la imagen dentro de la ermita, y pujando bajo la dirección de un moderador o moderadora se van adjudicando los brazos que empujan a la carroza.
Cuando acaba la procesión las gentes vuelven al pueblo y si hace años la gente iba a merendar a casa de amigos y familiares juntándose a charlar y disfrutar haciendo tiempo para ir al "baile", hoy se van a las casetas de las peñas (cada uno a la suya) y allí cenan comen y beben y´pasan encerrados la mayoría del tiempo.

El "baile" era un recinto al aire libre, también lo había cerrado pero más pequeño, donde se celebraban las verbenas fiesteras. De este "baile" hablaré mas adelante, ahora sólo decir que las verbenas de las fiestas tenían dos pases, el <<de antes de cenar>>, que empezaba sobre las 10 de la noche hasta las 12 y el de después que empezaba sobre la 1 y acababa sobre las 4 de la mañana
Naturalmente con orquestas contratadas.
Aquello se acabó y ahora las orquestas, de máxima categoría eso sí, tocan en la plaza desde las 11 de la noche hasta altas horas de la madrugada alternando en los descansos con una moderna discomóvil que monta un ruido del mismísimo demonio y que no deja de sonar hasta las 8 de la mañana.
Alguien se imagina la desesperación de los vecinos durante estos días. Estamos en fiestas dicen los que viven a la otra punta del pueblo.

                  ALHAMAR



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